miércoles, 19 de marzo de 2008

LAS TRES MAESTRÍAS DE LA SABIDURÍA TOLTECA (Parte 4)


¡NO TE TOMES NADA EN FORMA PERSONAL!
(La Sabiduría Tolteca, Parte 4)


Los tres acuerdos siguientes nacen, en realidad, del primero. El Segundo Acuerdo consiste en no tomarte nada personalmente.

Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente. Utilizando un ejemplo anterior, si te encuentro en la calle y te digo: «¡Eh, eres un estúpido!», sin conocerte, no me refiero a ti, sino a mí.

Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizá te digas a ti mismo: «¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es clarividente o es que todos pueden ver lo estúpido que soy?».

Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el sueño del infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Durante el período de nuestra educación (o de nuestra domesticación), aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal. Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo!

Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo.

Incluso cuando una situación parece muy personal, por ejemplo cuando alguien te insulta directamente, eso no tiene nada que ver contigo. Lo que esa persona dice, lo que hace y las opiniones que expresa responden a los acuerdos que ha establecido en su propia mente. Su punto de vista surge de toda la programación que recibió durante su domesticación.

Si alguien te da su opinión y te dice: «¡Oye, estás muy gordo!», no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones. Esa persona intentó enviarte su veneno, y si te lo tomas personalmente, lo recoges y se convierte en tuyo. Tomarse las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros. Les resulta fácil atraparte con una simple opinión, después te alimentan con el veneno que quieren, y como te lo tomas personalmente, te lo tragas sin rechistar.

Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas personalmente, serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo.

Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. Lo que dices, lo que haces y las opiniones que tienes se basan en los acuerdos que tú has establecido, y no tienen nada que ver conmigo.

Lo que pienses de mí no es importante para mí y no me lo tomo personalmente. Cuando la gente me dice: «Álvaro, eres el mejor», no me lo tomo personalmente, y tampoco lo hago cuando me dice: «Álvaro, eres el peor». Sé que cuando estés contento o hayas recibido un beneficio mío, me dirás: «¡Álvaro, eres un ángel!». Pero cuando estés enfadado conmigo, me dirás: «¡Oh, Álvaro, eres un demonio! Eres repugnante. ¿Cómo puedes decir esas cosas?». Ninguno de los dos comentarios me afecta porque yo sé lo que soy. No necesito que me acepten. No necesito que nadie me diga: «¡Álvaro, qué bien lo haces!», o: «¿Cómo eres capaz de hacer eso?».

Es posible que incluso me digas: «Álvaro, lo que dices me duele». Pero lo que te duele no es lo que yo digo, sino las heridas que tienes y que yo he rozado con lo que he dicho. Eres tú mismo quien se hace daño. No me lo puedo tomar personalmente en modo alguno, y no porque no crea ni confíe en ti, sino porque sé que ves el mundo con distintos ojos, con los tuyos. Creas una película entera en tu mente, y en ella tú eres el director, el productor y el protagonista. Todos los demás tenemos papeles secundarios. Es tu película.

Si vives sin miedo, si amas, no hay lugar para ninguna emoción negativa. Si no tienes ninguna de esas emociones, lógicamente te sientes bien. Cuando te sientes bien, todo lo que te rodea está bien. Cuando todo lo que te rodea es magnífico, todo te hace feliz. Amas todo lo que te rodea porque te amas a ti mismo, porque te gusta como eres, porque estás contento contigo mismo, porque te sientes feliz con tu vida. Estás satisfecho con la película que tú mismo produces y con los acuerdos que has establecido con la vida. Estás en paz y eres feliz. Vives en ese estado de dicha en el que todo es verdaderamente maravilloso y bello. En ese estado de dicha, estableces una relación de amor con todo lo que percibes en todo momento.

Sea lo que sea lo que la gente haga, piense o diga, no te lo tomes personalmente. Si te dice que eres maravilloso, no lo dice por ti. Tú sabes que eres maravilloso. No es necesario que otras personas te lo digan para creerlo. No te tomes nada personalmente. Aun cuando alguien agarrase una pistola y te disparase en la cabeza, no sería nada personal. Incluso hasta ese extremo.

Ni siquiera las opiniones que tienes sobre ti mismo son necesariamente verdad; por consiguiente, no tienes la menor necesidad de tomarte cualquier cosa que oigas en tu propia mente personalmente. La mente tiene la capacidad de hablarse a sí misma, pero también tiene la capacidad de escuchar la información que está disponible de otras esferas. Quizás a veces, cuando oyes una voz en tu mente, te preguntes de dónde proviene. Es posible que esta voz provenga de otra realidad en la que existan seres vivos con una mente muy similar a la humana. Los toltecas denominaron a estos seres «aliados». En Europa, África y la India los llamaron «dioses».

Nuestra mente también existe en el nivel de los dioses, también vive en esa realidad y es capaz de percibirla. La mente ve con los ojos y percibe la realidad de cuando estamos despiertos. Pero también ve y percibe sin los ojos, aunque la razón apenas es consciente de esta percepción. La mente vive en más de una dimensión. Es posible que en ocasiones tengas ideas que no se originan en tu mente, pero las percibes con ella. Tienes derecho a creer o no lo que esas voces te dicen y a no tomártelo personalmente. Tenemos la opción de creer o no las voces que oímos en nuestra propia mente, del mismo modo en que decidimos qué creer y qué acuerdos tomar en el sueño del planeta.

El mitote es la razón por la que los seres humanos apenas saben lo que quieren, cómo lo quieren o cuándo lo quieren. No están de acuerdo con ellos mismos porque unas partes de la mente quieren una cosa y otras quieren exactamente lo contrario.

Una parte de la mente pone objeciones a determinados pensamientos y actos y otra los apoya. Todos estos pequeños seres vivientes crean conflictos internos porque están vivos y cada uno tiene su propia voz. Únicamente si hacemos un inventario de nuestros acuerdos destaparemos todos los conflictos de la mente, y con el tiempo llegaremos a extraer orden del caos del mitote.

No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir. Si tienes la necesidad de que te maltraten, será fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que necesitan sufrir, algo en ti hará que las maltrates. Es como si llevasen un cartel en la espalda que dijera: «Patéame, por favor». Piden una justificación para su sufrimiento. Su adicción al sufrimiento no es más que un acuerdo que refuerzan a diario.

Vayas donde vayas, encontrarás a gente que te mentirá, pero a medida que tu conciencia se expanda, descubrirás que tú también te mientes a ti mismo. No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se mienten a sí mismos. Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que alguien te dice.

Si alguien no te trata con amor ni respeto, que se aleje de ti es un regalo. Si esa persona no se va, lo más probable es que soportes muchos años de sufrimiento con ella.

Que se marche quizá resulte doloroso durante un tiempo, pero finalmente tu corazón sanará. Entonces, elegirás lo que de verdad quieres. Descubrirás que, para elegir correctamente, más que confiar en los demás, es necesario que confíes en ti mismo.

Cuando no tomarte nada personalmente se convierta en un hábito firme y sólido, te evitarás muchos disgustos en la vida. Tu rabia, tus celos y tu envidia desaparecerán, y si no te tomas nada personalmente, incluso tu tristeza desaparecerá.

Si conviertes el Segundo Acuerdo en un hábito, descubrirás que nada podrá devolverte al infierno. Una gran cantidad de libertad surge cuando no nos tomamos nada personalmente. Serás inmune a los magos negros y ningún hechizo te afectará, por muy fuerte que sea. El mundo entero puede contar chismes sobre ti, pero si no te los tomas personalmente, serás inmune a ellos. Alguien puede enviarte veneno emocional de forma intencionada, pero si no te lo tomas personalmente, no te lo tragarás. Cuando no tomas el veneno emocional, se vuelve más nocivo para el que lo envía, pero no para ti.

Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan los demás. Bastará con que confíes en ti mismo para elegir con responsabilidad. Nunca eres responsable de los actos de los demás; sólo eres responsable de ti mismo. Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran.

Si mantienes este acuerdo, viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás: «Te amo», sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites. Dirás sí o dirás no - lo que tú decidas - sin culparte ni juzgarte. Siempre puedes seguir a tu corazón. Si lo haces, aunque estés en medio del infierno, experimentarás felicidad y paz interior. Permanecerás en tu estado de dicha y el infierno no te afectará en absoluto.


Álvaro, Artesano en Resistencia


Este artículo está basado en el libro “Los Cuatro Acuerdos”, de Miguel Ruiz. Si a alguien le interesa leer este libro en su forma digital sólo solicítelo a la Universidad de la IV Repúblicauniversidaddela4arepublica@gmail.com ) y se lo enviaremos...

jueves, 13 de marzo de 2008

LA FILOSOFÍA PERENNE


LA FILOSOFÍA PERENNE


1) Esta reflexión es como una continuación de la que hice antes aquí en torno a Aristóteles y en torno al método filosófico de la Analogía. Si ustedes leyeron aquel trabajo, si lo “trabajaron” interiormente, si han intentado comprender y llevar al pensamiento y a la vida este método capital de la Filosofía, entonces esta reflexión que ahora comenzamos será aún más iluminadora y abrirá nuevas “brechas” en su espíritu y construirá puentes en su alma y les inundará de hermosas y consoladoras interconexiones y analogías...


2) No se le dio el título de “Filosofía perenne” a la Filosofía “madre”, a la Filosofía “clásica”, a la prodigiosa Filosofía griega... No se le ha dado este título a la Filosofía Moderna ni a ninguna otra Filosofía en ningún tiempo de la historia... La historia, la reflexión de los grandes pensadores de todos los tiempos, han otorgado este título a la Filosofía de la Edad Media... La Filosofía de la Edad Media es la “Filosofía perenne”. Es decir, Filosofía “para siempre”, Filosofía “universal”, Filosofía “eterna”...


3) Pero, claro, no han faltado personas y grupos que, sin conocerla y estudiarla a fondo, han tildado a la maravillosa Filosofía de la Edad Media como “retrógrada” u “oscurantista”... Hoy, incluso, muchas escuelas en México y en el mundo pasan de largo y de prisa la Edad Media, como si no tuviese nada importante qué decir y qué enseñar al hombre moderno... La gran espiritualidad y el enorme sentido ético-religioso de los pensadores de esta época los hace “sospechosos” al espíritu moderno que es, por el contrario, más bien poco espiritual y antirreligioso. Hoy a pocos maestros y por lo tanto a pocos alumnos se les ocurre leer al gran Agustín o al genial Tomás de Aquino porque se piensa con prejuicio infundado que sus escritos serán meros sermones de sacerdotes y no invaluable e insondable sabiduría... Poquísimos leen y estudian a los pensadores herméticos o a los filósofos esotéricos de esa época, descalificando sin análisis su pensamiento como patrañas o tonterías... Siempre se ha dicho y se ha sabido que “la historia la escriben los vencedores”... La “historia” que hoy “circula” y “se sabe” sobre la Edad Media es la historia de los “vencedores” modernos y contemporáneos que encuentran incómodos muchos conceptos éticos y espirituales de la Edad Media...


4) A la Filosofía occidental de la Edad Media se le conoce también, aunque no es este un concepto preciso, como Filosofía “escolástica”: Su nombre viene de la especulación científico-filosófico-teológica que se cultivó y desarrolló en las ESCUELAS del medioevo, y que dieron origen más tarde a las UNIVERSIDADES...


5) Asomémonos, pues, al menos un poquito, a esta Filosofía… Nadie discute o rechaza el valor de los “clásicos”, pues en los “clásicos” (Pitágoras, Platón, Aristóteles) encuentran todos los filósofos, de cualquier color y de cualquier bandera, razonamientos y argumentos para apuntalar su personal filosofía... Los materialistas más acendrados, igual que los espiritualistas más enconados, encuentran, ambos, fundamentos a lo que afirman en Platón o en Aristóteles...

6) Pero no sucede así respecto a los filósofos de la Edad Media... Ante la “Filosofía perenne” de estos pensadores, para lograr fundamentar en ellos la propia filosofía, hay que pensar muy bien las cosas, hay que equilibrar las posturas, hay que sosegar las pasiones, hay que evitar los extremismos. Ni materialistas ni espiritualistas feroces pueden soportar la paz y la serena luz de la Filosofía perenne que pone a ambas filosofías en su equivocado sitio...

7) Ni ateos, ni fideístas... Ni la antropología que reduce al hombre a “lobo del hombre”, ni tampoco la antropología que pretende destronar a Dios a cambio del “superhombre”...

8) Es la deseada y buscada “Piedra filosofal” que es como la síntesis de la auténtica sabiduría... Piensen en cualquier problema ético o metafísico en la historia del pensamiento, y luego pónganse a nadar un poco en las aguas sosegadas y cristalinas de la Filosofía perenne y descubrirán la síntesis luminosa, el equilibrio perfecto...

9) Traigan a la reflexión cualquier confrontación epistemológica en la historia de la filosofía, y luego pósenla sobre las suaves arenas de la Filosofía perenne y contemplarán admirados cómo se resuelve luminosa y pacíficamente... “Piedra filosofal”, eso es para el verdadero buscador la Filosofía perenne, cuando la encuentra...

10) Pero… no nos confundamos. No se trata de una “vuelta al pasado”; no hablemos de la Edad Media como una especie de “paraíso perdido”... Se trata de que todo pensamiento moderno se nutra de las fuentes y se apropie de la profundidad y precisión filosóficas del medioevo para continuar el progreso en el conocimiento. ¡Se trata del presente! ¡Se trata de una Filosofía que es “perenne” y en ese sentido “siempre actual y moderna”...


11) En este sentido ha hablado Jacques Maritain, un filósofo contemporáneo, al decir: “Creemos que en un mundo nuevo y en la elaboración de un nuevo material se habrán de mostrar operantes aquellos principios espirituales y aquellas normas eternas de las que la cultura medieval en sus mejores tiempos nos ofrece sólo ‘una particular’ realización histórica, que, aun con sus defectos, es de una elevada grandeza”...

12) A nada ni a nadie rechaza la Filosofía perenne... Incluso el materialismo más feroz, por ejemplo, forma parte de la cosmovisión integral e integrada de esta Filosofía.

Como un círculo concéntrico muy alejado del núcleo del círculo (materialismo-espiritualismo), pero al fin y al cabo como parte del círculo de la verdad acerca del ser, del pensar y del hacer...

13) Lo único que rechaza con energía esta Filosofía perenne, siguiendo el mismo ejemplo, es que este materialismo feroz quisiese colocarse como núcleo central de la verdad acerca del ser, del pensar y del hacer... No rechacemos los aportes de cualquier materialismo, incluso del materialismo extremo, pero tampoco pretendamos concederles más de lo que realmente pueden aportar al pensamiento...

La Filosofía de la Edad Media es, por ello, una Filosofía abierta, contra lo que pueda decirse gratuitamente en contra de ella...

14) Entonces, como hoy y como siempre, había hombres, eclesiásticos o no, que no pensaban, que eran cerrados y que no respetaban los límites de las distintas competencias. Con hombres así, no pensadores, no filósofos, se tropezó, por ejemplo, Galileo, cuando fue obligado a desdecirse de sus afirmaciones perfectamente comprobadas y ciertas.

Pero esos hombres no eran los auténticos representantes de la Filosofía de la Edad Media, como hoy no son ni el cura de parroquia ni el maestro rural los verdaderos representantes de la Filosofía Moderna...

15) Y por ser una Filosofía abierta y conciliadora, se convierte en el PUENTE entre la Filosofía de la Antigüedad (1) y la Filosofía de la Edad Moderna (2)...

Es ella el “tercer término”, el número 3, que sintetiza, que trasciende, que concilia y unifica y realiza la verdadera Filosofía...

16) Este “puente” o “tercer término” o “visión tridimensional” es lo que en la exposición sobre Aristóteles compartí con ustedes hace poco como Método Analógico o Analogía.

Y es precisamente esta Filosofía Perenne la que recoge las enseñanzas de Aristóteles sobre el Método Filosófico y las completa y perfecciona...

17) De hecho, muchos atribuyen a San Alberto Magno, uno de los pilares de la Filosofía Medioeval, la fórmula tradicional que enuncia el método de la analogía y que se encuentra en la Tabla de esmeralda (de origen poco claro, aunque otros muchos conceden su autoría a Hermes Trimegisto): “Lo que está abajo es como lo que está arriba y lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar los milagros de la unidad”...

Esta es la fórmula clásica de la analogía para todo lo que existe en el espacio: arriba y abajo. La fórmula de la analogía, aplicada al tiempo, sería: “Lo que fue es como lo que será, y lo que será es como lo que fue, para realizar los milagros de la eternidad”...

18) Ya he explicado, en mi reflexión anterior aquí, que para la ciencia el Método de la Analogía es su principio y fin, su alfa y omega, y que en relación a la filosofía especulativa y a la metafísica el Método analógico asume el mismo papel... Todas las conclusiones metafísicas descansan únicamente en la analogía o correspondencia que existe entre el hombre, la naturaleza y el mundo inteligible o metafísico. Así, las dos máximas autoridades de la más metódica y disciplinada de las filosofías –la escolástica medieval-, santo Tomás de Aquino y San Buenaventura (representantes el uno del aristotelismo y el otro del platonismo en la filosofía cristiana), no sólo se sirven de la analogía, sino que le asignan un importantísimo papel teórico en sus doctrinas.

Santo Tomás diserta sobre la analogia entis, la analogía del ser, que constituye la clave principal de su filosofía. San Buenaventura, en su doctrina de signatura rerum, interpreta la totalidad del mundo visible como símbolo del mundo invisible. A su juicio, el mundo visible no es más que otra Sagrada Escritura, otra revelación al lado de la contenida en la Sagrada Escritura propiamente dicha...

19) El concepto analógico para los fenómenos bio-psico-social-espirituales de la salud y el bienestar es “la homeostasis”...

es sumar y no restar... es “equilibrio”… es conjunción y no disyunción... es evitar y sanar las polarizaciones y extremos de la fisiología, o de la psique, o incluso del espíritu... Glucosa Y sodio, ambos, en equilibrio celular homeostásico… Vida Y muerte, ambas, en la dinámica intracelular e intercelular y de los tejidos... Razón y pasión, en una dinámica equilibrada de las emociones y del espíritu…

20) El concepto analógico para los fenómenos bio-psico-social-espirituales de la enfermedad es también “la homeostasis” u “homeopatía”...


21) Así que, el concepto analógico para los fenómenos del pensamiento, de la verdad, de la conducta, de la vida, no puede ser sino el mismo... Simplemente: “el justo medio”, el equilibrio, “la homeostasis”... Es en la Filosofía de la Edad Media donde encontramos la “homeostasis del pensamiento y de la vida”...

El acercamiento y el tratamiento que la Filosofía perenne da a los grandes problemas filosóficos es verdaderamente “homeopático” y logra una admirable “homeostasis” de síntesis e integración del pensamiento...

22) Tal vez, entonces, pudiéramos y debiéramos llamarle a esta Filosofía de la Edad Media, a la Filosofía perenne, la HOMEOFILOSOFÍA...

Por ser ella una filosofía que sana, que ilumina, que pacifica...



(Este tema continuará próximamente)

Álvaro, Artesano en Resistencia

martes, 4 de marzo de 2008

LAS TRES MAESTRÍAS DE LA SABIDURÍA TOLTECA (Parte 3)

¡SÉ IMPECABLE CON TUS PALABRAS!
(La Sabiduría Tolteca, Parte 3)


El primer acuerdo es el mas importante y también el más difícil de cumplir. Es tan importante que sólo con él ya serás capaz de alcanzar el nivel de existencia que los toltecas denominan «el cielo en la tierra».

El Primer Acuerdo consiste en ser impecable con tus palabras. Parece muy simple, pero es sumamente poderoso.

¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes para crear. Son un don que proviene directamente de Dios. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: «En el principio existía La Palabra, y La Palabra estaba con Dios, y La Palabra era Dios». Mediante las palabras expresas tu poder creativo, lo revelas todo.

No son sólo sonidos o símbolos escritos. Son una fuerza; constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el cielo en la tierra. Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convierten en magia negra.

La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de semilla para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para qué clase de semillas es fértil nuestra mente, y prepararla para recibir las semillas del amor...

Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo: «¡Mmmm! Veo en tu cara el color de los que acaban teniendo cáncer». Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos de un año. Ese es el poder de las palabras.

O puede que hagas algo y te digas a ti mismo: «Me gustaría ser inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no habría hecho esto». La mente se mueve en cientos de direcciones diferentes y podríamos pasarnos días enteros atrapados únicamente por la creencia en nuestra propia estupidez... Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace saber que no eres estúpido. Crees lo que esa persona dice y llegas aun nuevo acuerdo. Y el resul­tado es que dejas de sentirte o de actuar como un estúpido. Se ha roto todo el hechizo sólo con la fuerza de las palabras. Y a la inversa, si crees que eres estúpido y alguien capta tu atención y te dice: «Sí, realmente eres la persona más estúpida que jamás he conocido», el acuerdo se verá reforzado y se volverá todavía más firme.

Veamos ahora lo que significa la palabra «impecabilidad». Significa «sin pecado».pecatus, que quiere decir «pecado». El im significa «sin», de modo que «impecable» quiere decir «sin pecado». Las religiones hablan del pecado y de los pecadores, pero entendamos qué significa realmente pecar. Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa... El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo. En términos religiosos, el autorrechazo es un «pecado mortal», es decir que te conduce a la muerte. En cambio, la impecabilidad te conduce a la vida... No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte. «Impecable» proviene del latín

Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo. Si te veo en la calle y te llamo estúpido, puede parecer que utilizo esa palabra contra ti pero en realidad la utilizo contra mí mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno para mí. Por lo tanto, si me enfurezco y con mis palabras te envío todo mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi contra.

Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mis relaciones contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción provoca una reacción semejante. Si te amo, tú me amarás. Si te insulto, me insultarás. Si siento gratitud por ti, tú la sentirás por mí. Si soy egoísta contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizó mis palabras para hechizarte, tú emplearás las tuyas para hechizarme a mí.

Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior. Pero llegar a este acuerdo es difícil, porque hemos aprendido a hacer precisamente todo lo contrario. Hemos aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con los demás, y aún mas importante, al hablar con nosotros mismos. No somos impecables con nuestras palabras.

En el infierno aquí en la tierra, el poder de las palabras se emplea de un modo totalmente erróneo. Las usamos para maldecir, para culpar, para reprochar, para destruir. También las utilizamos correctamente, por supuesto, pero no lo hacemos muy a menudo. Por lo general, empleamos las palabras para propagar nuestro veneno personal: para expresar rabia, celos, envidia y odio. Las palabras son pura magia - el don más poderoso que tenemos como seres humanos - y las utilizamos contra nosotros mismos. Planeamos vengarnos y creamos caos con las palabras. Las usamos para fomentar el odio entre las distintas razas, entre diferentes personas, entre las familias, entre las naciones... Hacemos un mal uso de las palabras con gran frecuencia, y así es como creamos y perpetuamos el sueño del infierno. Con el uso erróneo de las palabras, nos perjudicamos los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en un estado de miedo y duda.

Los chismes son magia negra de la peor clase, porque son puro veneno. Aprendimos a contar chismes por acuerdo. De niños, escuchábamos a los adultos que nos rodeaban chismorrear sin parar y expresar abiertamente su opinión sobre otras personas. Incluso opinaban sobre gente a la que no conocían. Mediante esas opiniones, transferían su veneno emocional, y nosotros aprendimos que ésta era la manera normal de comunicarse.

Ahora, imagínate que esta pauta prosigue en una cadena interminable entre todos los seres humanos de la Tierra. El resultado es un mundo lleno de personas que sólo pueden obtener información a través de circuitos que están obstruidos como por un virus venenoso y contagioso. Una vez más, este virus es lo que los toltecas denominaron mitote, el caos de miles de voces distintas que intentan hablar al mismo tiempo en la mente.

Durante años, las palabras de los demás nos han transmitido chismes y nos han lanzado hechizos, pero lo mismo ha hecho la manera en que utilizamos las palabras con nosotros mismos. Nos hablamos constantemente, y la mayor parte del tiempo decimos cosas como: «Estoy gordo. Soy feo. Me hago viejo. Me estoy quedando calvo. Soy estúpido, nunca entiendo nada. Nunca seré lo suficientemente bueno. Nunca seré perfecto». ¿Ves de qué modo utilizamos las palabras contra nosotros mismos? Es necesario que empecemos a comprender lo que son las palabras y lo que hacen. Si entiendes el Primer Acuerdo (Sé impecable con tus palabras), verás cuántos cambios ocurren en tu vida. En primer lugar, cambios en tu manera de tratarte y en tu forma de tratar a otras personas, especialmente aquellas a las que más quieres.

Piensa en las innumerables veces que has explicado chismes sobre el ser que más amas para conseguir que otras personas apoyasen tu punto de vista. ¿Cuántas veces has captado la atención de otras personas y has esparcido veneno sobre un ser amado para hacer que tu opinión pareciese correcta? Tu opinión no es más que tu punto de vista, y no tiene por qué ser necesariamente verdad. Tu opinión proviene de tus creencias, de tu ego y de tu propio sueño. Creamos todo ese veneno y lo esparcimos entre otras personas sólo para sentir que nuestro punto de vista es correcto.

La impecabilidad de tus palabras te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella.

Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra, pero sí lo es para las que surgen del amor. Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.

Puedes trascender el sueño del infierno sólo con llegar al acuerdo de ser impecable con tus palabras. Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo. El Primer Acuerdo cambiará el tipo de semillas para las que tu mente resulta fértil.

Imagínate lo que es posible crear sólo con la impecabilidad de las palabras. Trascenderás el sueño del miedo y llevarás una vida diferente. Podrás vivir en el cielo en medio de miles de personas que viven en el infierno, porque serás inmune a él. Alcanzarás el reino de los cielos con este acuerdo: Sé impecable con tus palabras.

Álvaro, Artesano en Resistencia


Este artículo está basado en el libro “Los Cuatro Acuerdos”, de Miguel Ruiz. Si a alguien le interesa leer este libro en su forma digital sólo solicítelo a la Universidad de la IV Repúblicauniversidaddela4arepublica@gmail.com ) y se lo enviaremos...