martes, 22 de abril de 2008

¡HAZ SIEMPRE LO MÁXIMO QUE PUEDAS!


¡HAZ SIEMPRE LO MÁXIMO QUE PUEDAS!
(La Sabiduría Tolteca, Parte 6 y última)


Sólo hay un acuerdo más, pero es el que permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados. El Cuarto Acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros: Haz siempre lo máximo que puedas.

Bajo cualquier circunstancia, haz siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno. Cuándo te despiertas renovado y lleno de vigor por la mañana, tu rendimiento es mejor que por la noche cuándo estás agotado. Lo máximo que puedas hacer será distinto cuándo estés sano que cuándo estés enfermo, o cuando estés sobrio que cuando hayas bebido. Tu rendimiento dependerá de que te sientas de maravilla y feliz o disgustado, enfadado o celoso.

Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria, y al final tu rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches.

Limítate a hacer lo máximo que puedas, en cualquier circunstancia de tu vida. No importa si estás enfermo o cansado, si siempre haces lo máximo que puedas, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno. Y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto. Si haces siempre lo máximo que puedas, romperás el fuerte hechizo al que estás sometido.

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo, y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas. Hacer lo máximo que puedas significa actuar porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. La mayor parte de las personas hacen exactamente lo contrario: sólo emprenden la acción cuándo esperan una recompensa, y no disfrutan de ella. Y ese es el motivo por el que no hacen lo máximo que pueden.

Trabajan muy duramente durante toda la semana, soportan el trabajo, soportan la acción, no porque les guste, sino porque sienten que es lo que deben hacer. Tienen que trabajar porque han de pagar el alquiler y mantener a su familia. Son hombres frustrados, y cuando reciben su paga, no se sienten felices. Tienen dos días para descansar, para hacer lo que les apetezca, ¿y qué es lo que hacen? Intentan escaparse. Se emborrachan porque no se gustan a sí mismos. No les gusta su vida. Cuando no nos gusta cómo somos, nos herimos de muy diversas maneras.

Sin embargo, si emprendes la acción por el puro placer de hacerlo, sin esperar una recompensa, descubrirás que disfrutas de cada cosa que llevas a cabo. Las recompensas llegarán, pero tú no estarás apegado a ellas. Si no esperas una recompensa, es posible que incluso llegues a conseguir más de lo que hubieses imaginado. Si nos gusta lo que hacemos y si siempre hacemos lo máximo que podemos, entonces disfrutamos realmente de nuestra vida. Nos divertimos, no nos aburrimos y no nos sentimos frustrados.

Cuando haces lo máximo que puedes no parece que trabajes, porque disfrutas de todo lo que haces. Sabes que haces lo máximo que puedes cuando disfrutas de la acción o la llevas a cabo de una manera que no te repercute negativamente. Haces lo máximo que puedes porque quieres hacerlo, no porque tengas que hacerlo, ni por complacer al juez o a los demás.

La acción consiste en vivir con plenitud. La inacción es nuestra forma de negar la vida, y consiste en sentarse delante del televisor cada día durante años porque te da miedo estar vivo y arriesgarte a expresar lo que eres. Expresar lo que eres es emprender la acción. Puede que tengas grandes ideas en la cabeza, pero lo que importa es la acción. Una idea, si no se lleva a cabo, no producirá ninguna manifestación, ni resultados ni recompensas.

Dios es vida. Dios es vida en acción. La mejor manera de decir: «Te amo, Dios», es vivir haciendo lo máximo que puedas. La mejor manera de decir: «Gracias, Dios», es dejar ir el pasado y vivir el momento presente, aquí y ahora. Sea lo que sea lo que la vida te arrebate, permite que se vaya. Cuando te entregas y dejas ir el pasado, te permites estar plenamente vivo en el momento presente. Dejar ir el pasado significa disfrutar del sueño que acontece ahora mismo.

No necesitamos saber ni probar nada. Ser, arriesgarnos a vivir y disfrutar de nuestra vida, es lo único que importa. Di que no cuando quieras decir que no, y di que sí cuando quieras decir que sí. Tienes derecho a ser tú mismo. Y sólo puedes serlo cuando haces lo máximo que puedes. Cuando no lo haces, te niegas el derecho a ser tú mismo. Esta es una semilla que deberías nutrir en tu mente. No necesitas muchos conocimientos ni grandes conceptos filosóficos. No necesitas que los demás te acepten. Expresas tu propia divinidad mediante tu vida y el amor por ti mismo y por los demás.

Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces lo máximo que puedas. No esperes ser siempre impecable con tus palabras. Tus hábitos rutinarios son demasiado fuertes y están firmemente arraigados en tu mente. Pero puedes hacer lo máximo posible. No esperes no volver nunca más a tomarte las cosas personalmente; sólo haz lo máximo que puedas. No esperes no hacer nunca más ninguna suposición, pero sí puedes hacer lo máximo posible.

Si haces lo máximo que puedas, hábitos como emplear mal tus palabras, tomarte las cosas personalmente y hacer suposiciones se debilitarán y con el tiempo, serán menos frecuentes. No es necesario que te juzgues a ti mismo, que te sientas culpable o que te castigues por no ser capaz de mantener estos acuerdos. Cuando haces lo máximo que puedes, te sientes bien contigo mismo aunque todavía hagas suposiciones, aunque todavía te tomes las cosas personalmente y aunque todavía no seas impecable con tus palabras.

Si siempre haces lo máximo que puedas, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación. La práctica forma al maestro. Cuando haces lo máximo que puedes, te conviertes en un maestro.

Si haces lo máximo que puedas en la búsqueda de tu libertad personal y de tu autoestima, descubrirás que encontrar lo que buscas es sólo cuestión de tiempo. No se trata de soñar despierto ni de sentarse varias horas a soñar mientras meditas. Debes ponerte en pie y actuar como un ser humano. Debes honrar al hombre o la mujer que eres. Debes respetar tu cuerpo, disfrutarlo, amarlo, alimentarlo, limpiarlo y sanarlo. Ejercítalo y haz todo lo que le haga sentirse bien. Esto es una comunión entre Dios y tú.

Entonces, toda acción se convertirá en un ritual mediante el cuál honrarás á Dios. Después de esto, el siguiente paso consistirá en honrar a Dios con cada pensamiento, con cada emoción, con cada creencia, tanto si es «correcta» como si es «incorrecta». Cada pensamiento se convertirá en una comunión con Dios y vivirás un sueño sin juicios, sin ser una víctima y libre de la necesidad de chismorrear y maltratarte.

Los Cuatro Acuerdos son un resumen de la maestría de la transformación, una de las maestrías de los toltecas. Transformas el infierno en cielo. El sueño del planeta se transforma en tu sueño personal del cielo. El conocimiento está ahí; sólo espera a que tú lo utilices. Los Cuatro Acuerdos están ahí; sólo tienes que adoptarlos y respetar su significado y su poder.

Para mantenerlos, necesitas una voluntad fuerte, una voluntad muy fuerte. ¿Por qué? Porque vayamos donde vayamos descubrimos que nuestro camino está lleno de obstáculos. Todo el mundo intenta sabotear nuestro compromiso con estos nuevos acuerdos, y todo lo que nos rodea está estructurado para que los rompamos. El problema reside en los otros acuerdos que forman parte del sueño del planeta. Están vivos y son muy fuertes.

Tal como nos enseñan los toltecas, la recompensa consiste en trascender la experiencia humana del sufrimiento, y convertirse en la encarnación de Dios. Esa es la recompensa.

Verdaderamente, para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos, necesitamos utilizar todo el poder que tenemos. Al principio, yo no creía que pudiera ser capaz de hacerlo. He fracasado muchas veces, pero me levanté y seguí adelante. No me compadecí de mí mismo. De ninguna manera iba a compadecerme de mí mismo. Dije: «Si me caigo, soy lo bastante fuerte, lo bastante inteligente, ¡puedo hacerlo!». Me levanté y seguí adelante. Me caí y seguí adelante, y adelante, y cada vez me resultó más y más fácil. Sin embargo, al comienzo era tan duro y tan difícil...

De modo que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez la satisfacción de convertirte en una víctima. No, sé firme contigo mismo. Levántate y establece el acuerdo de nuevo: «Está bien, rompí el acuerdo de ser impecable con mis palabras. Empezaré otra vez desde el principio. Voy a mantener los Cuatro Acuerdos sólo por hoy. Hoy seré impecable con mis palabras, no me tomaré nada personalmente, no haré suposiciones y haré lo máximo que pueda».

Si rompes un acuerdo, empieza de nuevo mañana y de nuevo al día siguiente. Al principio será difícil, pero cada día te parecerá más y más fácil hasta que, un día, descubrirás que los Cuatro Acuerdos dirigen tu vida. Te sorprenderá ver cómo se ha transformado tu existencia.

Álvaro, Artesano en Resistencia

Este artículo está basado en el libro “Los Cuatro Acuerdos”, de Miguel Ruiz. Si a alguien le interesa leer este libro en su forma digital sólo solicítelo a la Universidad de la IV Repúblicauniversidaddela4arepublica@gmail.com ) y se lo enviaremos...

miércoles, 9 de abril de 2008

¡NO HAGAS SUPOSICIONES!


¡NO HAGAS SUPOSICIONES!
(La Sabiduría Tolteca, Parte 5)


El tercer acuerdo consiste en no hacer suposiciones. Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto.

Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan -nos lo tomamos personalmente - y después, los culpamos y reaccionamos enviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas. Hacemos una suposición, comprendemos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada.

Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonoslas personalmente, porque, por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Recuerda que chismorrear es nuestra forma de comunicarnos y enviarnos veneno los unos a los otros en el sueño del infierno. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento.

El gran mitote de la mente humana crea un enorme caos que nos lleva a interpretar y entender mal todas las cosas. Sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. No percibimos las cosas tal como son. Tenemos la costumbre de soñar sin basarnos en la realidad. Literalmente, inventamos las cosas en nuestra imaginación. Como no entendemos algo, hacemos una suposición sobre su significado, y cuando la verdad aparece, la burbuja de nuestro sueño estalla y descubrimos que no era en absoluto lo que nosotros creíamos.

Hacer suposiciones en nuestras relaciones significa buscarse problemas. A menudo, suponemos que nuestra pareja sabe lo que pensamos y que no es necesario que le digamos lo que queremos. Suponemos que hará lo que queremos porque nos conoce muy bien. Si no hace lo que creemos que debería hacer, nos sentimos realmente heridos y decimos: «Deberías haberlo sabido».

En cualquier tipo de relación, podemos suponer que los demás saben lo que pensamos y que no es necesario que digamos lo que queremos. Harán lo que queremos porque nos conocen muy bien. Si no lo hacen, si no hacen lo que creemos que deberían hacer, nos sentimos heridos y pensamos: «¿Cómo ha podido hacer eso? Debería haberlo sabido». Suponemos que la otra persona sabe lo que queremos. Creamos un drama completo porque hacemos esta suposición y después añadimos otras más encima de ella.

Si los demás nos dicen algo, hacemos suposiciones, y si no nos dicen nada, también las hacemos para satisfacer nuestra necesidad de saber y reemplazar la necesidad de comunicarnos. Incluso si oímos algo y no lo entendemos, hacemos suposiciones sobre lo que significa, y después, creemos en ellas. Hacemos todo tipo de suposiciones porque no tenemos el valor de preguntar.

Suponemos que todo el mundo ve la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Está es la mayor suposición que podemos hacer y es la razón por la cuál nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás, porque creemos que nos juzgarán, nos convertirán en sus víctimas, nos maltratarán y nos culparán como nosotros mismos lo hacemos. De modo que, incluso antes de que los demás tengan la oportunidad de rechazarnos, nosotros ya nos hemos rechazado a nosotros mismos. Así es como funciona la mente humana.

También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos, y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo, y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo porque no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas. Tal vez necesites más datos sobre una situación en particular. O quizá necesites dejar de mentirte a ti mismo sobre lo que verdaderamente quieres.

A menudo, cuándo inicias una relación con alguien que te gusta, tienes que justificar por qué te gusta. Sólo ves lo que quieres ver y niegas que algunos aspectos de esa persona te disgustan. Te mientes a ti mismo con el único fin de sentir que tienes razón. Después haces suposiciones, y una de ellas es: «Mi amor cambiará a esta persona». Pero no es verdad. Tu amor no cambiará a nadie. Si las personas cambian es porque quieren cambiar, no porque tú puedas cambiarlas. Entonces, ocurre algo entre ustedes dos y te sientes dolido. De pronto, ves lo que no quisiste ver antes, sólo que ahora está amplificado por tu veneno emocional. Ahora tienes que justificar tu dolor emocional y echar la culpa de tus decisiones a los demás.

No es necesario que justifiquemos el amor; está presente o no lo está. El amor verdadero es aceptar a los demás tal como son sin tratar de cambiarlos. Si intentamos cambiarlos significa que, en realidad, no nos gustan. Por supuesto, si decides vivir con alguien, si llegas a ese acuerdo, siempre será mejor que esa persona sea exactamente como tú quieres que sea. Encuentra a alguien a quien no tengas que cambiar en absoluto. Resulta mucho más fácil hallar a alguien que ya sea como tú quieres que sea, que intentar cambiar a una persona. Además, ese alguien debe quererte tal como eres para no tener que hacerte cambiar en absoluto. Si otras personas piensan que tienes que cambiar, eso significa que, en realidad, no te aman tal como eres. ¿Y para qué estar con alguien si tú no eres tal como quiere que seas?

Debemos ser quienes somos, de modo que no tenemos que presentar una falsa imagen. Si me amas tal como soy, muy bien, tómame. Si no me amas tal como soy, muy bien, adiós. Búscate a otro. Quizá suene duro, pero este tipo de comunicación significa que los acuerdos personales que establecemos con los demás son claros e impecables.

La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.

Cuando transformas todo tu sueño, la magia aparece en tu vida. Lo que necesitas te llega con gran facilidad porque el espíritu se mueve libremente en ti. Ésta es la maestría del intento, del espíritu, del amor, de la gratitud y de la vida. Éste es el objetivo del tolteca. Éste es el camino hacia la libertad personal.


(Este tema continuará próximamente)


Álvaro, Artesano en Resistencia


Este artículo está basado en el libro “Los Cuatro Acuerdos”, de Miguel Ruiz. Si a alguien le interesa leer este libro en su forma digital sólo solicítelo a la Universidad de la IV Repúblicauniversidaddela4arepublica@gmail.com ) y se lo enviaremos...

martes, 1 de abril de 2008

LA FILOSOFÍA PERENNE (Parte 2)


LA FILOSOFÍA PERENNE
(Parte 2)

23) Contemplemos, admirados y atentos, esta homeofilosofía de la Edad Media...

Miremos este esquema sintético del pensamiento integrador y homeostásico, que ya habíamos comenzado a reflexionar en el tema del Método Analógico... y dejemos que la paz y la sabiduría de este admirable Tiempo toque y sacuda y sane nuestro propio Tiempo... Nótense los grupos de “tres” o tríadas, y nótense los grupos de tres tríadas o “novenas”...

24) Comenzamos con la tríada básica de la filosofía: en el ser, el conocer y el hacer está resumido todo aquello de que se ocupa la filosofía. O sea que se ocupa de... ¡todo!


Se ocupa de lo que ha sido de lo que es y de lo que podría ser (y aquí la Metafísica, la Ontología, la Cosmología, la Antropología, etc.).

Se ocupa de lo se ha pensado y conocido, de lo que se piensa y se conoce y de lo que podría pensarse y conocerse (y aquí la Epistemología, la Teoría del Conocimiento, la Metodología, los Modos de conocer, etc.).

Se ocupa, finalmente, de todo lo que se ha hecho, se hace o podría hacerse (y aquí la Ética, la Axiología, la Vida, el Arte, la Ciencia, la Política, etc.)...

25) Los invito, a partir de ahora, a filosofar conmigo, a “hacer homeofilosofía”.

A partir de estas nueve tríadas, pero también, más adelante, con otros conceptos básicos de la Filosofía perenne.

26) Noten la primera tríada del Ser: la tríada de “los trascendentales del ser”.

Este fue un tema original de Tomás de Aquino y de la Filosofía perenne... De todo ser, de cualquier ser, se pueden y se deben predicar estas tres cosas: que es uno, que es verdadero y que es bueno...

27) Imagínense las implicaciones de esta afirmación: tú eres uno, eres verdadero, eres bueno...


28) Tu esposa, tu esposo, es uno, es verdadero, es bueno... Cada uno de tus hijos es uno, es verdadero, es bueno... No sé si tus emociones o tu mente rechazan alguna de estas afirmaciones... Abre tus ojos. Abre tu mente. Abre tu espíritu. Hablamos del ser, no del parecer.

Ser y parecer no son lo mismo. El ser, todo ser, cada ser, incluso tú, incluso tu pareja, incluso tu hijo es uno, aunque parezca dividido o separado o desintegrado... El ser, todo ser, cada ser, incluso tú, incluso tu pareja, incluso tu hijo es verdadero, aunque parezca falso o mentiroso o equivocado... El ser, todo ser, cada ser, incluso tú, incluso tu pareja, incluso tu hijo es bueno, es bueno, es bueno, no lo dudes, aunque parezca a veces o frecuentemente malo o egoísta o negativo... Esta es filosofía profunda, es filosofía perenne y verdadera. No rechaces la auténtica filosofía...

29) Mira la segunda tríada filosófica del Ser y continúa tratando de mirar al ser “homeofilosóficamente”:

¿Subjetivo? ¿Objetivo? ¿O Trascendente?...

30) ¿Las cosas son como a la filosofía se le ocurre (objetivo) o como a mí se me ocurre (subjetivo)? ¿Tengo que ser y hacer como las normas éticas y sociales dicen (objetivo) o como yo pienso que debo ser y hacer (subjetivo)? La Filosofía genial de la Edad Media responde: En parte, ambas cosas. En parte, ninguna de las dos.

Porque el ser es “trascendente”. Trasciende lo individual, me trasciende a mí y a ti. Pero también trasciende lo colectivo e incluso lo universal. Un particular puede tener razón frente a una mayoría aplastante. Porque el ser también trasciende todo consenso y todo dogmatismo...

31) ¿Es pura “subjetividad” que el Quijote vea en Aldonza a Dulcinea? ¿No hay alguna “objetividad” cuando ve en esa criada a una reina, en esa prostituta de taberna a una virgen pura? ¿No es en realidad su mirada “trascendente” cuando revela a la propia Aldonza que su verdadero ser es ser Dulcinea?...

Esta es filosofía profunda, es filosofía perenne y verdadera. No rechaces la auténtica filosofía...

32) Reflexionemos en la tercera tríada acerca del ser (Materia, Energía, Conciencia):

¿La materia produce la conciencia o la conciencia produce la materia?... Siglos y milenios de discusiones científicas y filosóficas y teológicas al respecto...

33) ¿Y por qué polarizarse en una u otra respuesta? ¿Por qué no ambas? ¿Por qué no ninguna? ¿Por qué no un tercer elemento que sintetice, que reúna, que trascienda, que haga como puente y reconcilie los opuestos? ¿Por qué no conciliar, como hace la Filosofía Perenne?... ¿Primacía de la energía o primacía de la materia? ¿Por qué no ninguna? ¿Por qué no ambas, sumándose, trascendiéndose, entendiendo su origen y su fin en la Conciencia?...

El ser humano, según la Filosofía de la Edad Media, es o ha de ser esos tres elementos en perfecta unión e integración…

34) En sus propios términos, más profundos, la Edad Media se ha adelantado a la Edad Moderna en sus conceptos acerca del devenir evolutivo del ser humano. Y considera así al “espíritu”, en un proceso evolutivo y constante de “encarnación”. A la “materia”, en un proceso evolutivo y constante de “espiritualización”… Y al “espíritu encarnado”, que es el hombre, en un proceso evolutivo y constante de “divinización” o “cristificación”…

Esta es filosofía profunda, es filosofía perenne y verdadera. No rechaces la auténtica filosofía...

35) Veamos la primera tríada del “conocer” (Razón, Intuición, Analogía):

¿Razonamiento o percepción intuitiva? ¿Por qué no ambos? ¿Por qué no ninguno? ¿Por qué no mejor la analogía, como propone la filosofía aristotélico-tomista?... Sobre esto intenté filosofar con ustedes en mi trabajo anterior…

36) Los varones somos, en general, más dados a razonar,

porque funcionamos más con el hemisferio cerebral izquierdo.

37) Las mujeres son, en general, más intuitivas,

porque funcionan más con el hemisferio cerebral derecho.

38) Entre el razonamiento masculino (1) y el razonamiento femenino (2), ¿no habrá un 3 que reúna y haga funcionar ambos hemisferios cerebrales, para una mejor comprensión y asimilación?

¡Claro que hay un 3! Es la Analogía o el Método Analógico que pone a razonar a la intuición y a intuir a la razón. Son las psicotécnicas que buscan unificar ambos hemisferios cerebrales...

39) El problema es que, a diferencia de lo que ocurría en la Escolástica, el 99% de nuestras escuelas, tal vez por ser fundadas y dirigidas por una cultura masculina, sólo conocen, funcionan y enseñan con el 1 (la razón). Para ellas no existe el 2 (la intuición). Incluso lo rechazan con sospecha y desconfianza. Y sobre el 3 (la analogía), ¡ni hablar!, ni siquiera es parte del lenguaje filosófico y científico de la actualidad...

Los que hemos acudido a estas escuelas y a los libros derivados de estas escuelas y a las maestrías y doctorados derivados de estas escuelas, hemos terminado casi todos, hombres y mujeres, con un pensamiento claramente masculino y parcial y rígido y desintegrado sobre muchas cosas pero especialmente acerca de la ciencia y de la filosofía...

40) Vean la segunda tríada del conocer (Inducción, Deducción, Complementación):

¿Inducción o Deducción? ¡Milenaria problemática epistemológica! Los empíricos contra los dogmáticos, los dogmáticos contra los empíricos. La experimentación frente a todo argumento. El argumento frente a toda experimentación. Un abismo entre la ciencia y la fe. Un abismo entre la ciencia empírica y la filosofía... Separando en lugar de reunir. Restando en lugar de sumar. Dividiendo en lugar de multiplicar. Disyunción en lugar de conjunción...

41) ¿Y por qué no ambas? ¿Por qué no ninguna? ¿Por qué no integrar la compleja pero simplísima realidad, como proponen los pensadores del medioevo?... Nuestros conflictos y discusiones como pareja o con nuestros hijos son derivaciones de estos problemas filosóficos y epistemológicos. Igual que muchos filósofos y pensadores a lo largo de la historia, esposos y padres e hijos nos polarizamos y nos aferramos a alguna parcela del ser o del conocer o del hacer, y nos la pasamos separando en lugar de reunir, restando en lugar de sumar, dividiendo en lugar de multiplicar... El trabajo que nos propone y nos facilita la Filosofía Perenne es precisamente un trabajo de integración y de complementación. Empezar a unir, a sumar, a multiplicar. Que haya un 3 por encima de mi postura 1 y de tu postura 2...

Esto es filosofía profunda, es filosofía perenne y verdadera. No rechaces la auténtica filosofía...

42) ¿Se dan cuenta lo que logra o podría lograr una Filosofía como esta si fuese nuestra herramienta de reflexión, de diálogo y de transformación de la realidad?... (Vean la tercera tríada del Conocer: Tesis, Antítesis, Síntesis)…

¿Tesis o antítesis? ¿Por qué no mejor síntesis? –como ha dicho la Filosofía de la Edad Media, siglos antes de Hegel...

43) Entre la unidad y la dualidad, entre el uno y el dos, ha de haber un tres que integre y unifique y SINTETICE y produzca algo nuevo y mejor...

44) Entre el esposo (1) y la esposa (2) ha de haber un tres. Entre los padres (1) y los hijos (2) debe haber un tres.

En todo conflicto hay un 1 y un 2, que se resuelve por un 3. En realidad no hay tal conflicto. Un 1 y un 2 existen para producir un 3. Su “conflicto” es en realidad “su salvación”...

45) ¿Blanco o negro?

46) ¿Y por qué no un arcoiris multicolor?...


47) Para aprender y evolucionar, ¿miramos el pasado o el futuro? ¿Por qué no ambos? ¿Por qué no ninguno? ¿Por qué no mejor miramos “el hoy de la eternidad”?...

Esto, compañer@s y amig@s, es filosofía profunda, es filosofía perenne y verdadera. No rechacen la auténtica filosofía...

(Este tema continuará próximamente)

Álvaro, Artesano en Resistencia